El pequeño Oliverio acaba de llegar con su papá. Está un poco impresionado por tanta gente junta. Mira con timidez a los comensales. Algunos le quieren enseñar el locro (una tradición nacional) que lleva unas horas cociéndose en la olla enorme. Su padre lo anima : «Andá, andá con los tíos. Mirá el tío te va a enseñar como se hace el guiso»
Como siempre, el nene pasa de brazos en brazos con naturalidad. Esta vez, termina muy orgulloso, cucharón en la mano, siguiendo las instrucciones de los adultos. Esta noche, yo también soy una tía, como todos los invitados. Unos diez tíos para Oli, que en realidad no tienen parentesco con él. Son simplemente el grupo de amigos entusiastas de su papá.
En Argentina, los amigos forman parte de la familia. Hasta tal punto que una puede ser tía sólo para una cena, o también para toda la vida. Así, tal como Oli, no es de extrañar que personas de mi edad tengan tíos «verdaderos» y tíos «adoptivos». Estos últimos son amigos muy cercanos a los padres o primos lejanos, pero de todos modos forman parte de la tribu, independientemente de los vínculos de sangre.
También se suelen juntar familia y amigos, varias generaciones reunidas para Navidad o Año Nuevo, para un asado, o para un cumpleaños. Algunos amigos muy cercanos pueden asistir a toda clase de celebraciones familiales.
Entonces, acá, nada más normal que festejar a los amigos de igual manera que los padres y las madres. El día del amigo tiene lugar cada 20 de julio en Argentina, y está muy celebrado por todas las edades. En Buenos Aires, los restaurantes, los bares, los cafés están llenos en estas circunstancias.
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